Cronica de San Chuan d'a Peña: Capetulo XXXIII
Muerto el conde y príncipe Ramon Berenguer, fué declarado Rey de Aragon y Conde de Barcelona su hijo Alfonso, llamado el Casto, porque entre otras virtudes poseía la de la castidad. Cuando murió su padre era todavía muy niño, y como por esta razon sus dominios se hallasen en gran peligro, el conde de Provenza Ramon Berenguer, su pariente, en contemplacion á las grandes mercedes y favores que en el tiempo pasado había recibido del difunto, segun dejamos dicho, se encaminó á Barcelona para hacer sus veces, hasta tanto que él pudiera regir y gobernar por sí mismo. El Conde gobernó bien y provechosamente los dominios del Rey por dos años, criándole y educándole lo mejor que supo, á fin de que despues pudiese reinar convenientemente; pero pasado este tiempo se vió obligado á abandonar la direccion del Reino, para atender á sus propios estados, y habiendo sido herido en combate contra los de Niza, murió el año 1166, sucediéndole en el condado, por no dejar hijos, el rey Alfonso, que todavia era de muy tierna edad. De esta circunstancia se aprovechó el conde Ramon de Tolosa para inferirle graves injurias, que andando el tiempo no quedaron impunes. Siendo el rey Alfonso en las funciones de guerra valeroso y hábil recuperó á Zaragoza, Calatayud, Daroca y Tarazona con sus dependencias, que el Emperador de Castilla tenía para durante su vida, bajo homenaje al rey de Aragon, segun dijimos al ocuparnos de Ramiro. Para recobrar estos estados procedió de la siguiente manera: estando el rey Alfonso de Castilla comprometido en guerra contra los sarracenos, que por diversas partes le acometían, no pudiendo atender á todas ellas, envió a suplicar al Rey de Aragon fuese en su auxilio con su ejército, lo cual hizo éste, reuniéndosele en el sitio de Cuenca. De grande alegría se llenó el Emperador con su llegada, reputándose bien y suficientemente asistido, por tal Rey y tales soldados. Entónces, aprovechando la ocasion el Rey, intimó al Emperador que le restituyese las tierras y lugares que en Aragon tenía, absolviendo del homenaje á los que por él tenian los presidios y fortalezas, y que por su parte haría otro tanto con él. El emperador escuchó sus súplicas y se portó de modo que el Rey permaneció en el sitio hasta que la ciudad se entregó al Emperador, que luego tuvo que volverse á Castilla para defenderla de los sarracenos que por diversas partes la acometian, si bien, consiguiendo siempre triunfos de los enemigos de la fé. Casó el rey Alfonso con Sancha, hija del grande Emperador de Castilla Alfonso VII, que fundó el monasterio de Sijena y además pobló á Teruel, y unió el condado de Rosellon al de Barcelona. Deseando el rey Alfonso visitar sus estados de Provenza, se fué al castillo de Alberon, en donde habian llegado ya, para hospedarse y descansar, Hugo, arzobispo de Tarragona y Pedro, obispo de Vich; el conde Ramon de Tolosa no contento con las pasadas injurias le arrebató el dicho castillo; pero por permision divina, un momento ántes, llegó Bertran de Baucis y montando á caballo, escapó atravesando el Ródano y yendo á parar á Arles que le recibió honorificamente; y el citado Bertran puso á su devocion la mayor parte del condado de Provenza, cuya dominacion completó en breve, rigiéndolo con liberalidad y poder. Poco despues el citado Bertran fué asesinado por ciertos traidores el dia de Pascua de Resurreccion, y su cadáver fué sepultado en la iglesia de Magalona el año 1181. Este asesinato irritó por extremo al Rey, y pasado algun tiempo, acordándose de los servicios que le había prestado, no queriendo parecer ingrato, se propuso vengarle sitiando en el castillo de Morull á sus asesinos, que al fin prendió, haciéndoles morir al filo de la espada: le habían éstos usurpado en Provenza no pocas fortalezas, pero al momento sometió toda la tierra, que pacíficamente poseyó hasta su muerte. No queriendo tampoco dejar sin correctivo los atentados del conde Ramon de Tolosa, reunió un poderoso ejército y avanzó resueltamente hácia esta ciudad con banderas desplegadas, conturbando y devastando los estados del Conde, hasta llegar á vista de la misma, donde esperó algunos dias por si queria aceptar batalla: pero el Conde la rehusó, y lleno de honor marchó el Rey á visitar al de Inglaterra; y á la vuelta hizo su camino por los dominios del Conde, quemando y destruyéndolo todo, y de nuevo se detuvo á la vista de la ciudad de Tolosa, en mengua y deshonor de su Señor; y tranquila y lentamente dió la vuelta á su Reino, lleno de gloria. Tuvo asimismo guerras con los demás reyes de España, saliendo siempre vencedor, y en especial con el rey de Castilla; y una vez con grande ejército invadió y destruyó aquel país en gran parte, cuya correría de tal modo irritó al Rey castellano que, reunienno un poderoso ejército desde su villa de Soria, penetró en los estados del rey Alfonso, cautivando, matando y saqueando. Lo cual como llegase á noticia del rey de Aragon, apresuradamente marchó de donde se encontraba y se dirigió contra sus enemigos sin descansar noche ni dia hasta que cayendo sobre ellos, en momento oportuno, los atacó y venció, y sobre los muertos, les hizo cuatro mil prisioneros, rescatando el botin, y entónces regresó victoriosamente al sitio del que había partido. Tuvo el Rey tres hijos y tres hijas, á saber: Pedro que le sucedió en el reino de Aragon y en los condados de Barcelona, Besalú, Cerdaña, Rosellon y Pallas; Alfonso que le sucedió en el condado de Provenza, y Fernando que fué abad de Montearagon. De sus hijas, Constancia, que fué mujer del rey de Hungría, y viuda de él en breve, regresó á Aragon; las otras se llamaron Leonor y Sancha. Por la discordia que reinaba entre los reyes de España concedieron treguas á los sarracenos y áun se confederaron con ellos, por cuyo motivo el pontífice Celestino, deseando que hubiese paz entre los reyes y príncipes cristianos, mandó al rey Alfonso y demás reyes de España que no les guardasen paz ni tregua, y que conviniendo amigablemente tornasen sus guerras y enemistades contra ellos. Habiendo el Rey recibido esta órden pontificia, decidió visitar á Santiago en peregrinacion, en reverencia de Dios, y establecer en la peregrinacion la concordia entre los reyes cristianos de España, en cuanto le fuera posible. En cuya romería asentó paz y concordia entre algunos reyes cristianos que andaban desavenidos, y grande honor le fué tributado por ellos: y esto hizo el Rey para agradar á Dios y obedecer los mandatos apostólicos. No logró sin embargo avenir á todos, pero al menos mejoró sus relaciones. Despues regresó á su Reino, en el que encontró tal miseria que las gentes morian de hambre y esta calamidad fué general en todo el mundo. El Rey, movido de piedad y por amor de Dios, visitó sus estados librando á muchos de la muerte. Y visitando la tierra llegó á Perpiñan en donde conferenció con los barones y nobles de Provenza. Era entónces conde de Urgel Armengol que fué muerto en Valencia con su hermano Galcerán de Sales por los cristianos, el año MCLXXXIV. Pasado algun tiempo, estando el Rey en Perpiñan doliente de grave enfermedad, hizo testamento en el cual nombró heredero del reino de Aragon y de los condados de Barcelona, Besalú, Rosellon, Cerdaña y Pallas, á su hijo Pedro, y á Alfonso su otro hijo, del condado de Provenza. Y teniendo cuarenta y dos años murió el MCLXXXXVI; habiendo reinado treinta y cuatro, ocho meses y dieciocho dias: su cuerpo fué llevado al monasterio de Poblet, nuevamente edificado por él, y allí sepultado.